Nº 3 Efectos… y causas/Año 70 después de Hiroshima
Contenidos
Efectos…, Hebe Tizio
Crónicas Japonesas. Hiroshima 70 años después, Oscar Ventura
Adidas y la causa final, Antonio Aguirre Fuentes
Edición para imprimir Nº 3 Efectos y causas-Año 70 D.H.
Efectos
Hebe Tizio
En la reunión del 17 de mayo 1977 del seminario L´insu que sait de l´une-bévue s’aile à mourre, Lacan presentaba el número 30 de la revista L’Echo des savanes[1]. La referencia al cómic era para señalar el placer que le producía que su enseñanza hubiera alcanzado a esa publicación sin habérselo propuesto.
En un momento donde existe la preocupación, de la que se hace cargo Meteoro, de sostener el diálogo entre el psicoanálisis y la sociedad, la cultura, este ejemplo es orientador.
L’Écho des savanes fue fundada en mayo de 1972 por tres grandes, Claire Bretécher, Marcel Gotlib, y Nikita Mandryka. Conoció un mal período en 2006 que llevó a su cierre pero en 2008 se relanzó.
Lacan la caracteriza como un poco porno dado que lleva la marca del espíritu de los 70 donde sexualidad, política y vida cotidiana se tratan de manera irreverente. Sin duda no es la atmósfera asfixiante de lo políticamente correcto que es otra forma de llamar a la censura y a la autocensura. En ese momento histórico el humor tiene un papel importante y eso lo hace más próximo al psicoanálisis. Recordemos que fue Freud el que dio al humor la función de permitir hacer frente a lo insoportable de allí que, en buenas manos, es una forma interesante de hacer crítica social.
Lacan se refiere al texto titulado La Horde[2]. Este título tiene un gran recorrido, su autor Mandryka lo resume argumentalmente como un elefante en una isla que le cuenta su historia a otro elefante que está “en train de” (está expresión hará recorrido en el relato como veremos más adelante) escribirla y que se cierra con la pregunta qué sueña el otro…El formato de diálogo toma algunos puntos de la teoría analítica. Así cuando el narrador pregunta quién eres? El otro responde lo importante es saber quién soy para ti… el juego de palabras entre Ile (isla) e il(el)…una palabra es como un tren (train) puede esconder otra palabra, un tren (train) de palabras… una palabra no existe sola, existe ligada a otras y utiliza la idea de las muñecas rusas para decir que hablar es como abrirlas.
Aparece el sueño, un sueño que tenía cuando era un “enfant-elephant”, un sueño imagen, como una viñeta de cómic. Solo imagen y el ruido de un tren que no llegaba nunca. El análisis del sueño lo lleva a ver que lo que falta en la imagen es el “train” (“en train de”… llegar pero que no llega nunca), de aquí parte la interpretación del sueño como expresión del deseo reprimido de ver la relación sexual entre los padres. Es interesante seguir su análisis porque conjuga la teoría analítica con su oficio de imágenes de manera inteligente.
Al final del análisis del sueño Mandryka escribe “no es más complicado que eso el psicoanálisis” y agrega, entre paréntesis y con su letra “En fin, esa es la teoría de Lacan”.
¿Qué nos enseña Lacan? Que se puede tocar el discurso del otro solo por la vía de la transferencia y eso no es un propósito sino un efecto de lo que se transmite permitiendo que el otro se sirva de ello para usarlo en su mettier . Por eso hay que ver cuáles son las alforjas con las que se cuenta para salir por los caminos de la conversación con otros discursos. Pero sin duda lo más importante es dejarse enseñar. El comic siempre ha sido un arte de anticipación tal vez por la amplitud de sus recursos y sin duda porque no sirve para la inversión económica. Hoy tanto el cómic como la novela negra son los lugares donde una lectura crítica de lo social se hace entre líneas y es allí donde tal vez algo del malestar en la civilización se trata. No es casual que el tema del humor quiera ser degradado a la injuria.
[1] http://www.leconcombre.com/galerie/echo1.html
[2] «LA HORDE» Chapitre XXXII «la Théorie du Rêve comme Rébus» d’après Freud et Lacan
Crónicas Japonesas. Hiroshima 70 años después
Oscar Ventura
La ciudad y su Museo
¿Dónde van los pájaros cuando mueren? Esta pregunta la formuló un maravilloso profesor de literatura que tuve en segundo año de la secundaria. Un tipo magnifico que nos hacia leer a Cortázar a Borges a Bioy… Gracias a el leí por primera vez La señorita Cora y La Invención de Morel. Formuló la pregunta para que cada uno escribiera sobre ella lo que se le ocurriera. No es una pregunta cualquiera si se detienen a pensarla…
La misma pregunta -ignoro por qué- se me apareció en el taxi que nos llevaba desde Hiroshima Station hasta el hotel, surgió súbitamente entre los primeros flashes de la ciudad y la dificultad para acomodar bolsos y maletas cuando somos cuatro…
Probablemente la casualidad hizo que a 70 años del fin de la Segunda Guerra Mundial, y a 70 años también de la explosión de las únicas bombas atómicas que la humanidad padeció, me encontrara en Japón. Yendo de un lado para el otro, descubriendo su extremada delicadeza, su otredad. Basculando entre monasterios budistas y urbes hiper-pobladas, admirando los trazos de una caligrafía y de una lengua que gracias a Lacan pueden volverse un poco más familiares, al mismo tiempo que radicalmente otras y extrañas. Compartiendo en los balbuceos de esa lengua, -gracias a la compañía de dos entrañables amigos japoneses-, la perfección -como dice Lacan- con que soporta un lazo social muy refinado en su discurso[1].
Nos dirigimos esta vez con la pausa que la ciudad invita al Parque de La Paz y al Hiroshima Peace Memorial Museum. El museo está ubicado mas o menos en el ground zero, el lugar donde estalló la bomba a unos 560 metros del suelo, en el aire de Hiroshima. 70 años exactamente, hace unas semanas que Japón con diversos actos de todo tipo hace un ejercicio de memoria. Pero hay algo que en realidad no se puede pensar, ni se puede imaginarizar. Me embarga el mismo silencio y el mismo humor que cuando visitamos Auschwitz. Es un estado de animo peculiar que oscila entre un esfuerzo por entender y algo que lo desaloja a uno del campo del sentido. No estoy triste, ni apesadumbrado, tampoco me conmueven demasiado las imágenes, mas bien me hastía el carnaval de horror, los micro-relatos que suenan en el audio-guía, pequeñas historias de la contingencia. Donde estaba una niña o un anciano o una familia en el momento de la explosión. Y como quedaron sus ropas, sus zapatos, restos innombrables , piel humana, veneno, amargura, sed del moribundo….
Los tiempos y la disposición del museo están organizados fundamentalmente sobre el fondo de estos relatos. Y en unas explicaciones pormenorizadas que dan cuenta de los efectos de una bomba atómica sobre todo lo que tiene vida. Una orgía de destrucción, no obstante la narración es ascética, neutral. Mis hijas soportaron la cosa hasta un punto del recorrido, luego las invadió un malestar que hizo que se adelantarán, es suficiente…. Mejor afuera, el parque y sus monumentos que honran la idea de La Paz.
Me quedo con una imagen, la de un pobre tipo que estaba en la puerta del banco de Japón. Esperando a que abriera, sentado en el umbral, a unos 200 metros de la explosión. La escalinata de acceso al banco la trasladaron al museo, en ella hay una sombra humana de alguien sentado, el viento radioactivo a unos 400 km por hora y una temperatura entre los 3.500 y 4.000 grados lo hicieron ceniza al instante, aunque su silueta por alguna extraña razón ha quedado como testimonio de que allí alguien estaba tranquilamente sentado, esperando…
Toco la campana de La Paz, la hago tañir varias veces, como cuando en la escuela primaria, junto con algún otro gamberro me escapaba en algún momento de la clase y hacia sonar fuera de hora la campana que anunciaba el recreo. Siento que la campana de La Paz está fuera de hora. Que alrededor de ella la sordera es profunda. No hay recreos para Hiroshima y su bomba…
Poco mas que decir de Hiroshima, su comodidad, su eficiencia, su rostro ultramoderno, sus restaurantes exquisitos y gente que en su enorme mayoría no es de aquí, especies de dobles que tuvieron que repoblar la nada… La historia no tuvo compasión esta vez. Y ella, Hiroshima, es Otra bajo el telón de fondo de una estética impenitente, la de un hongo venenoso que se alza sobre el cielo azul de Agosto. El infierno está encadenado en el siglo XX….
Mi hija mayor me hace notar algo que leyó en los enormes libros que hay a la salida del museo. Donde uno firma si quiere y si quiere también deja algunas líneas. Era la frase de un americano, de Minessota y solo decía: Powerfull…
Restos del Debate Asiático
En una larga caminata por Fukuoka unos días después, mantengo con Shigue y con Mariko (nuestros amigos japoneses) una extensa conversación. Les interrogo abiertamente sobre la guerra. Sobre lo que se dice sobre la crueldad de los japoneses, sobre los norteamericanos. La primera respuesta es contundente: perdimos y aceptamos la derrota. Y aceptamos también estar bajo el paraguas de Estados Unidos y pagamos el precio de renunciar a una parte sustancial de nuestra tradición bajo el imperativo de esa derrota. No obstante mejor los americanos que lo chinos o los rusos…. El abuelo de Shigue murió como combatiente en la guerra con China. Shigue conserva las cartas, prefiere no hablar demasiado de eso. Solo me entero de que son cartas dulces, de animo y recuerdo para la familia, de optimismo, de espera ansiosa de un reencuentro que jamás sucedió.
Dos debates atraviesan la actualidad en Japón. Uno si el ejército japonés debe recuperar su potestad de intervenir fuera de Japón. La sociedad está dividida entre un empuje a la soberanía militar y otra parte, muy amplia, mantiene la idea de una paz sin concesiones. Al estilo japonés. Ni una sola arma fuera de Japón….[2] Hay una llama que arde en Hiroshima, perenne, representa no solo el tributo a las víctimas. Sino que solo dejaría de arder ante la ausencia en el mundo de todo tipo de arma nuclear. Una idea ingenua? Infantil? Muchos japoneses creen en eso y miles de organizaciones con miles de militantes hacen un trabajo constante al respecto… A nosotros nos parece una cosa imposible. Millones de japoneses creen apasionadamente que eso es posible…
El otro debate, inquietante para todos es el despertar de los nacionalismos de las potencias asiáticas. China, Japón y Corea empiezan a blandir sus derechos nacionales, su patriotismo, pero lo mas siniestro de la cosa es el resurgimiento del odio, el retorno de lo reprimido que se coagula fundamentalmente en el profundo resentimiento que guardan China y Corea hacia Japón.
El propietario de una popular cadena de hoteles nipona APA Hotels & Resorts, Toshio Motoya, recibe a sus huéspedes con un folleto en inglés y japonés escrito por el mismo, en cada habitación encontramos el mensaje: “El orgullo de Japón: una propuesta para revivirlo”. En Yangshuo, al otro lado del mar de Japón, una localidad turística del sur de China, un puesto de palomitas proclama que “este establecimiento no sirve a japoneses”. En Seúl, un anciano se prendía fuego hace unos días frente a la embajada japonesa…
No esta cerrada la marca de la barbarie. La pulsión de muerte va tomando su extraña forma oriental saturada como esta de la imbecilidad ultra capitalista y sus miserias en esta parte del mundo. Donde la serenidad budista se vuelve full contact y las vinchas de los kamikazes empiezan a hacer furor en las tiendas de souvenir….
Shigue y Mariko son profundamente pacifistas. No quieren que Japón tenga un ejército mas que para defenderse. Fundamentalmente la gran amenaza para Japón parece encarnarse en China. Le temen a China y a Corea. Temen a todos aquellos que están cerca y tienen bombas atómicas. Es lógico. Pero la ambigüedad norteamericana los desconcierta… Y este mundo de hoy se les vuelve también incomprensible… Ellos como muchos japoneses de su generación prefieren vivir su cotidianidad a distancia de la historia reciente. No la desconocen, pero tampoco se anclan en ella. Mas bien, en el caso de Shigue por lo menos, prefiere orientarse por lo milenario de la historia, por la tradición de las artes marciales y su filosofía. Shigue y Mariko están alejados del debate contemporáneo, no lo ignoran, sencillamente les parece inútil. Su resistencia está en sus actos cotidianos, en la construcción de un lazo social que nace en su casa, con los vecinos, en su refugio de Karatsu, en la prefectura de Itoshima al sur de Fukuoka. Su respuesta con respecto a la guerra y a la bomba es contundente, sean quienes sean los asesinos, si japoneses o rusos o chinos…o el enorme etc. posible. Nunca mas. Silencios.
No obstante concretamente sobre las bombas lo tienen claro. La guerra estaba perdida. La teoría americana de que evitaron muchas más muertes de las que produjeron es para los japoneses y para gran parte de Occidente, radicalmente falsa. El ultimo y gran bombardeo sobre Tokio y su periferia marcó realmente el fin de la guerra, era cuestión de poco tiempo. Estados Unidos probo en Tokio una gran bomba convencional, incendiaria que dejó la friolera de 100.000 muertos. Era suficiente. Sin embargo había que hacer el experimento y Japón daba los argumentos suficientes para realizarlo. El proyecto Manhattan requería de su prueba final. El trabajo de campo. Y la ceguera japonesa abonó la cosa para que Estados Unidos no solo mostrara su poder, sino que al usarlo, mostrara también su enorme debilidad, la respuesta inhumana de un holocausto exprés e innecesario. Uranio en Hiroshima, Plutonio en Nagasaki, científicos alemanes que trabajaban para Hitler exportados a Los Álamos. Vamos a medir los efectos de la pulsión de muerte… Hagamos los números que hacen falta… Demos una lección a la humanidad de la forma que los buenos tenemos de resolver las cosas.
No es necesario pienso ver al enemigo arrodillado, allí es tal vez donde se vuelve impostura la juntura contemporánea Japón-Occidente, donde se vuelve falaz la cosa. Hay una extrapolación forzada. Anida en Japón, probablemente, el huevo de la serpiente. Lo demuestra hoy el renovado ímpetu por volver a construir el ejército imperial. El poder económico de Japón y sus representantes más ilustres piden recuperar el gran orgullo, organizar de nuevo su ejército, los alemanes hacen de coro en Europa. El mundo es Otro, pero la imbecilidad la misma. Nada mas torpe que esa parte de los americanos que decidieron sobre la guerra. Y sus triunfos que pretenden ser para siempre. De nada se han diferenciando de la política de tierra quemada. Prender fuego los campos para después acariciar con ternura las quemaduras de los niños…. Y decir aquí estoy yo para curarte, como si nada hubiera pasado antes…
Como botón de muestra tenemos al caricaturesco Donald Trump y su corte de fanáticos, ignorantes de la peor manera. Estos tipos forman aun parte del peligro que significa dejar Estados Unidos en sus manos. Amparados y absorbidos como están bajo esa lógica ciega y absoluta, culmen del egoísmo y la segregación que destila el neoliberalismo, veneno radiactivo que se cuela en la debilidad mental de la humanidad. Lejos se encuentra el mundo de la buena forma de la reflexión y cada vez más cerca del hipnotismo colectivo. Tenemos no obstante el deber de resistir. Resistir, eso me tranquiliza.
La noche de Hiroshima es tranqui. Todo invita a dormir sin bomba y a andar sin pensamientos. Nos levantamos tempranos para viajar una hora y media hasta uno de los lugares más bellos y sagrados de Japón. La isla de Miyijima. Con su santuario y su puerta que hunde sus pilares en el mar. Con sus bosques, sus pequeños ciervos mezclados con los visitantes. Un día de sol estupendo con calor soportable. Recorremos parte de la isla, con el animo renovado por el descanso y la alegría de sentirnos vivos después de tanta desgracia. Hago una extensa caminata por la playa que permite gracias al repliegue del mar dejar la puerta del santuario al desnudo. Asisto y me sumo a la ceremonia de una sesión de meditación Zazen. La vegetación es exuberante, descansamos. Es un lugar onírico, me lo recuerda un amigo gracias a una foto que comenta por whatsapp. Y no puedo encontrar la respuesta de dónde van los pájaros cuando mueren… Se me escapa todo el tiempo.
Fukuoka, sur de Japón, finales de Agosto de 2015.
[1] Lacan, Jacques. Otros Escritos. Advertencia al lector Japonés. Pag. 523. Ed. Paidos. Buenos Aires 2012.
[2] El viernes 18 de Setiembre el parlamento japonés en una sesión turbulenta aprobó las nuevas leyes, que permiten al ejército de autodefensa operar fuera de Japón. Una movilización masiva en Tokio en contra de la medida. Y la opinión de los más destacados juristas nipones, consideran la medida anticonstitucional. El 60% de la población japonesa está en contra de la medida.
Adidas y la causa final
Antonio Aguirre Fuentes
El último pronóstico de Lacan fue que la religión iba a tener un retorno inesperado. Nos íbamos a cansar de los gadgets. Se ha mostrado que la verdad de Mcluhan, «el medio es el mensaje», no alcanza para apaciguar las almas.
El malestar a voces es que la tecnología (que es la técnica, pero en el sentido hiedeggeriano) no es la solución para nuestra sed de sentido. Los analistas, sensibles, también ponen lo suyo en esta crítica. Si en ello se libra la ciencia, lo cierto es que no lo hace la economía capitalista, que hizo de marco y consecuencia a la ciencia, y a su contingencia, el psicoanálisis.
El encuentro del Papa Francisco con Fidel Castro junta a dos estrellas de la verdad como causa final. Conversan en privado, se dicen cosas al oído, se hacen regalos, intercambian consejos. Fidel, top model de Adidas (antes lo fue de Puma), un hombre viejo en piyamas, que dice al mundo «miren cómo hay que aprovecharse del capitalismo». Eso lo hacían ya todos los jerarcas del socialismo, casi desde el principio. Eran los trabajadores los que tenían que esperar, con infinita paciencia, el reino de la libertad, que como dice Lacan (Seminario 6) no puede ser sino la libertad del deseo. Una oferta que estaba hecha de «puras y simples mentiras».
El marxismo presta sangre nueva a la Iglesia Católica (Lacan, Disolución). Como ya la había prestado al islamismo belicista, en su larga alianza en tierras de África y Oriente. El evangelio marxista se revela proteiforme. Pero su arte exhibe un barroquismo «obsceno y feroz», de una calidad siniestra. El mismo Francisco se ha estremecido.
Evo Morales, el presidente del populismo de izquierda, obsequia al Papa un Cristo crucificado en una hoz y un martillo. Hay que invitar a los semióticos órganicos del populismo, expertos en hacer decir cualquier cosa a las imágenes, para que nos descifren estos monstruos escultóricos. ¿Fusión del comunismo y el cristianismo? ¿Mea culpa y arrepentimiento? ¡¿Los dos?! No se queda atrás Raúl Castro en su obsequio, pero con una malevolencia más oscura: Cristo crucificado en remos. Fueron ellos, no nosotros.
¿Los disidentes en Cuba? El Papa no los vio, no supo quiénes eran, no le dijeron nada. Si Dios sólo sabe de amor y bondad, su enviado no podía exhibir sino sus pasiones e ignorar el mal. A discreción.